Siempre hay un discurso que
tenemos para el resto y otro que tenemos para nosotros mismos. Lo ideal sería
que fueran iguales, pero sabemos que no siempre es así. Este es uno de esos
casos.
Me dijo que fuéramos solo amigos,
que no estaba preparado para estar en una relación, que no se sentía capaz en
este momento de querer o amar a alguien. Y obvio, yo me quedé ahí, congelada,
pensando que no era cierto lo que estaba pasado, igual que como me pasó cuando
nos besamos por primera vez.
Fueron tres semanas de algo sin
nombre. Tampoco ahora sé como catalogarlo. Pero ahora, luego de una semana y
cuatro días sigo en mis disyuntivas existenciales.
A todo quien me ha querido
escuchar le he dicho que sé que lo superaré, y de verdad lo creo. También he
dicho que quiero enfrentar esto de la forma más madura que pueda, dejarlo sólo
como lo que fue y que no me quiero quedar esperándolo. También creo eso
firmemente. Además de eso he expresado mis intenciones de no esperar nada para
el futuro, dejar que el tiempo determine las cosas, si volvemos a ser amigos,
si volvemos a ser más que amigos, si no seremos nada. Que el tiempo decida, que
el tiempo nos haga darnos cuenta de lo que de verdad queremos. Porque quizás,
simplemente, no era nuestro momento. Quizás de verdad íbamos muy rápido y
necesitábamos ir más lento.
Todo ese discurso me gusta porque
suena sensato, maduro y se siente "como debería ser ". Pero ahora,
luego de este tiempo donde cada día tengo una posición distinta respecto al
tema, siento que no es lo que yo quiero.
Podré decirle al resto que
"no quiero esperar nada para el futuro", que creo que "de verdad
podemos ser amigos". Pero no es lo que quiero, no quiero que seamos sólo
amigos, yo quiero que seamos más que amigos.
He llegado a pensar que él es
simplemente un capricho. Lo creo así porque no lo he extrañado en estos días,
cómo si no fuera él lo que me importara de verdad. A veces siento que sólo
quedé con ganas de más y picada, porque de pronto dejó de pescarme. En una de
esas sólo quiero que "todo vuelva a ser como antes" para no sentir
que no lo logré, casi por orgullo. Para poder decir, hey, yo me cansé de ti, no
tu de mi, tú no te puedes cansar de mí.
En serio podría ser sólo un
capricho. Y quizás quería mi propia victoria. Él era el chico malo, el que tiene
a las mujeres que quiere cuando quiere, el que no quiere nada serio, nada
formal, nada que lo ate, porque la vida es muy corta, la vida hay que
disfrutarla, y para que amarrarse a una si puedes disfrutar con 10? Esa era mi
imagen de él antes de que siquiera mantuviéramos una conversación, esa fue mi
imagen de él cuando nos besamos por primera vez, esa fue mi imagen de él
mientras estuvimos en "lo sin nombre" y eso es lo que pienso ahora
después de que todo se ha terminado. Pero, digámoslo claro, yo quería ser (como
probablemente muchas han querido) la que destruyera esa imagen de mujeriego y
lo hiciera caer. Nos gustan los chicos malos, los desafíos, los que sabemos que
son difíciles de conquistar. Yo quería ser ese tipo de mujer, la que pudiera
decir "ves a ese que está ahí? si, el que tiene pinta de ser un campeón...
bueno, está conmigo"
En mi gran y estúpida inocencia
de primeriza me creí capaz de lograrlo ¿qué mejor trofeo para comenzar este
largo camino de amores y desamores?
No haberlo conseguido puede que
sea la verdadera razón de mi actual tortura sentimental.